ORIGEN
El anglicanismo surgió en Inglaterra después del acta
de supremacía ( 1534), proclamada por Enrique VIII como cabeza suprema de la
Iglesia dentro de su reino. En los siglos siguientes el anglicanismo se
difundió por todo el imperio británico. La comunión anglicana comprende unas 25
Iglesias nacionales independientes, unidas por la comunión con el arzobispo de
Canterbury. Casi la mitad de los anglicanos del mundo viven en las islas
británicas.
Teológicamente, el anglicanismo debe distinguirse de
la reforma que comenzaron Lutero y Calvino. Enrique VIII era fuertemente
antiprotestante y mantuvo la mayor parte de los elementos de la Tradición, de
manera que -prescindiendo del reconocimiento del papa como cabeza de la
Iglesia- el primer anglicanismo no era muy distinto del catolicismo romano. Sin
embargo, un número cada vez mayor de líderes de la Iglesia de Inglaterra
mostraron muchas simpatías por el pensamiento de los reformadores del
continente, especialmente por Calvino. En consecuencia, el anglicanismo fue
evolucionando poco a poco hacia una mezcla en la que se conservaban algunos
elementos de la tradición católica junto con un aprecio por algunos aspectos de
la reforma protestante. Como tal, el anglicanismo ha sido definido como una vía
media.

DOCTRINA
Para los anglicanos, la mínima expresión de la Iglesia en el
mundo es la diócesis, es decir, la reunión de las personas bautizadas (laicos y
clérigos), que forman parte del Cuerpo Místico de Cristo en una determinada
área territorial, bajo la guía pastoral de un Obispo.

De acuerdo con la tradición católica, todos los obispos
anglicanos tienen el mismo rango (son iguales entre sí), salvo las diferencias
funcionales entre los obispos diocesanos y sus ayudantes, los obispos
sufragáneos y coadjutores; pero todos son considerados sucesores de los
apóstoles y, en cuanto tales, comparten, de manera colegiada, el liderazgo de la
Comunión anglicana (tal cosa como la "Iglesia anglicana", no existe
sino a nivel de denominación provincial).
Un obispo anglicano actúa siempre, al menos de derecho, con
la participación del clero y los laicos en todas las decisiones
trascendentales, a través de los sínodos o convenciones diocesanas (anuales) o
provinciales (generalmente trienales), siendo los obispos los pastores
principales.Cada obispo es el sacerdote principal de su iglesia diocesana,
preside por derecho la Santa Eucaristía, ordena y consagra a los diáconos, a
los presbíteros (esto siempre en unión de dos o más presbíteros que imponen las
manos junto con él), y a otros obispos, (igualmente, en unión de dos o más
obispos). El Obispo preside Ex officio, todos los cuerpos canónicos o de facto
instituidos dentro de su diócesis, y que están integrados por clérigos y laicos
debidamente elegidos por el sínodo o convención, pero no puede ponerse por
encima de la Constitución y Cánones de su Diócesis ni de su Provincia
eclesiástica o Iglesia autónoma.
De acuerdo a la tradición católica, todos los obispos
anglicanos tienen el mismo rango (son iguales entre sí), salvo las diferencias
funcionales entre los obispos diocesanos y sus ayudantes, los obispos
sufragáneos y coadjutores; pero todos son considerados sucesores de los
apóstoles y, en cuanto tales, comparten, de manera colegiada, el liderazgo de
la Comunión Anglicana (tal cosa como la "Iglesia Anglicana", no
existe sino a nivel de denominación provincial).
Un obispo anglicano actúa siempre, al menos de derecho, con
la participación del clero y los laicos en todas las decisiones
trascendentales, a través de los sínodos o convenciones diocesanas (anuales) o
provinciales (generalmente trienales), siendo los obispos los pastores
principales.
El líder simbólico de la Comunión Anglicana, es el Arzobispo
de Canterbury, "primero entre sus iguales".
Artículos ilustran la manera en que algunas doctrinas
protestantes, como la justificación a través de la fe, llegaron a integrarse en
la presentación tradicional de la fe cristiana sobre la Trinidad, Jesucristo,
la Iglesia y los sacramentos.
Tres criterios esenciales de fe y ética:
La Sagrada Escritura,
la Tradición apostólica y
la Razón.
Así, con algunas diferencias de énfasis doctrinal y litúrgico, las iglesias de la Comunión anglicana mantienen su unidad a través, principalmente, de la comunión sacramental con el Arzobispo de Canterbury y la celebración de la Liturgia conforme a las diferentes versiones autorizadas del Libro de Oración Común.